miércoles, 30 de marzo de 2016

Ya leídos sin haber sido escritos

"Libros ya leídos sin necesidad siquiera de abrirlos pues pertenecen a la categoría de lo ya leído antes aún de haber sido escrito" es una categoría muy complicada. Llevo semanas dándole vueltas y no encuentro qué podría clasificar ahí.

Con mucho gusto pondría en esta lista algunos libros, como la saga ésa de 50 sombras de Grey que, por si estaban con pendiente, leí casi completa cuando una de mis alumnas hizo una investigación sobre el fanfic. Haberlos leído los deja fuera, pero tuve la sensación -cuando los leí- de que los había leído antes y, a la vez, tuve la sensación de que no había leído antes algo escrito con tantas limitaciones. Hace unos diez años, en un café, Axel me dijo que, de algún modo, todas las historias ya están contadas en una historia muy básica: "alguien busca algo". Lo que hace la diferencia es el modo de contarla. Él hablaba del cine, pero lo mismo podríamos decir de la literatura. Tal vez todas las historias ya están contadas, pero hay algunas que son contadas espléndidamente y otras que hacen que uno pierda la esperanza en la humanidad.

Quizás algunos libros académicos quepan aquí. Recuerdo a conocido investigador que dijo alguna vez en un seminario que, como está seguro de que nadie lee los textos completos, siempre pone títulos largos a los suyos, donde al menos se alcance a notar cuál era la propuesta. Esto podría llevarnos a otra discusión, sobre los usos y costumbres en la producción académica, pero no es asunto de este post.

Y he llegado por fin a los libros ya leídos sin necesidad siquiera de abrirlos: los informes de gobierno. Para nuestros ilustres políticos, todo está bien, todo va mejorando y sus administraciones son intachables. ¿Qué importa que para sostenerlo haya que maquillar cifras? ¿Qué importa que el mundo bonito de los informes no resista el contraste con la experiencia de millones de ciudadanos? ¿Quién vende pan frío? Quizás estos libros me hagan perder la esperanza, todavía más que las sagas chafitas, porque estas últimas no viven de mis impuestos.

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